Libertad o muerte

No sé si será que todo el temita del amor lo veo como un poquito lejano últimamente pero estoy experimentando cierto empalago con ciertas situaciones de la vida. Te juro que no es que no tenga sentimientos. Pero todo aquel que recurra a la utilización desmesurada y excesiva de diminutivos, definitivamente carece de mi agrado: “AmorCITO sos la persoNITA más hermosa que conocí en mi vida, mi cabeCITA no puede dejar de pensar en vos. Te amo muchITO.”

No es que me molesta que la gente se quiera a pesar de que yo estoy sola; sin otra cosa; sin compañía; sin nadie quien me ampare, socorra o consuele en mis necesidades o aflicciones; en soledad o retiro; fuera del trato social…. Estoy en uno de mis mejores momentos, la crème de la crème. Días de lluvia como estos disfruto de mirar una peli del estilo “The notebook” junto a quien estuvo siempre que yo necesité: mi independencia. 

¿Qué más quiero? Con ella hago lo que quiero, vivo la vida como una aventura, aprovecho cada momento, viajo por el mundo, no necesito que nadie me llevé a ningún lado... Es más, el sábado a la noche salí con el auto por primera vez: hice maniobras automovilísticas nunca antes vistas, estacioné en un espacio donde no cabría ni un alfiler (grande, un alfiler grande), apagué las luces todas las veces que me baje del auto (bueno, CASI todas), cerré todas las puertas y seguros, tenía el cinturón de seguridad puesto, pude distinguir la izquierda de la derecha  … en fin, sorteé de los más diversos obstáculos. El único detalle fue que esperando el último semáforo a una cuadra y media de llegar a mi casa, fui envestida por un patrullero policial, que casualmente tuvo una emergencia cuando yo estaba cruzando. Nada que tres visitas a la comisaría y cinco presentaciones al seguro no puedan solucionar.