De adentro, hacia afuera.

Hay días en los que me siento genial. Mi maestra de meditación dice que “el universo siempre te dice que sí”, y que lo que nos pasa día a día va desde nuestro interior hacia afuera. El IN-terior se refleja en el EX-terior.

Un día que tengo BUENOS pensamientos sería, por ejemplo, cuando tengo especialmente desarrollada la capacidad de leer la cara de ”me-voy-a-bajar-en-la-próxima-parada” y disfrutar del momento en que se desocupa el asiento que está delante mío. Un día que tengo pensamientos DE MIERDA sería cuando no solo llego tarde sino que cuando subo al colectivo percibo una fuerte emanación corporal gaseosa que me acompaña durante todo el trayecto hacia mi casa. Miro a la gente de alrededor mío a ver si alguien se da cuenta pero evidentemente soy la única que puede analizar la situación de un punto de vista objetivo. Te juro que si fuera de mi autoría me lo banco, pero el ajeno no me va. Realmente la gente no quiere hacerse cargo de ciertas cuestiones. Me gustaría poder decir: “Todos los días cuando te veo esperando el colectivo, pienso en CÓMO se van a llamar nuestros hijos. Además si querés Navidad la pasamos con mis papás y Año nuevo con los tuyos, no tengo problema.” ”La verdad es que te queda para el orto el rosa, te acentúa las ojeras.“ “Me caes mal, bastante mal” “Los últimos dos números del teléfono que te pasé recién… ESTÁN INVERTIDOS”

Tengo una gran, gran amiga que una vez me dijo “¿Cuál es el problema que alguien se entere que te gusta? ” y la verdad que pienso que tiene razón. Pero al fin y al cabo nunca encuentro una manera lo suficientemente sutil para darlo a entender, o actuar lo suficientemente indiferente como para hacerme un poco la difícil. Por lo menos a mí se me complica bastante. Me encantaría encontrar el término medio entre “¡Hola! Hace 15 noches que sueño con vos. ¿Te parece si te comento un poco al respecto?” y “¡Hola! Estoy muy cansada, anoche tuve práctica de kamasutra con los chicos del barrio y quedé muerta.”